Ćste viernes ha quedado derribado la totalidad del inmueble del mercado municipal de AlmuƱƩcar.
Ćste edificio finalizado en los aƱos 80 arrastrĆ³ desde su origen multitud de problemas, sucedido de interminables batallas polĆticas y de tardĆas, cuestionables e inconsensuadas decisiones que han desembocado en Ć©sta nefasta y presurosa demoliciĆ³n.
Esta infraestructura urbana tan necesaria e identitaria de los pequeƱos municipios debe contar con un apoyo polĆtico y social muy sĆ³lido. Ćsto implica tener una idea clara y precisa de la funciĆ³n que debe de cumplir, y de si debe contar con usos complementarios que refuercen su papel como infraestructura vertebradora de la economia local.
Este apoyo debe surgir del dialogo, del consenso y de la informaciĆ³n transparente. Los responsables polĆticos son los que ahora deben tratar de evitar que se repita la historia.Ā Se debe consensuar el nuevo edificio desde su concepciĆ³n abriendo un debate pĆŗblico y constructivo y determinando los recursos disponibles para su materializaciĆ³n.
Este proceso de definiciĆ³n deberĆa ser continuado con la selecciĆ³n de una propuesta arquitectĆ³nica de calidad, de una forma lo mĆ”s participativa y transparente posible que desemboque en una pronta ejecuciĆ³n y finalizaciĆ³n de las obras. Este factor es primordial, puesto que el frĆ”gil tejido empresarial que ha sustentado la actividad en Ć©ste desaparecido Mercado ha tenido que buscar alternativas sin que haya existido un plan de ubicaciĆ³n provisional. Se corre el grave riesgo de hacer un edificio que una vez finalizado adolezca de contenido por que el tejido empresarial que lo sostenĆa haya encontrado o invertido en una soluciĆ³n alternativa.
Ćste tipo de infraestructura es siempre un elemento de representaciĆ³n de un municipio. Dialogo, transparencia y eficacia. No confundir rapidez con precipitaciĆ³n.